MARTA VILLENA​​ – 17 DIC 2019 – EL PAÍS

Los prejuicios asociados a este trastorno se han reducido, pero no siempre es fácil comunicarlo a los círculos más cercanos​.​ Según el Barómetro juvenil de vida y salud, realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción y la Fundación Mutua Madrileña, solo la mitad de los jóvenes que sienten síntomas de trastornos mentales acuden a un especialista.

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“Hola, soy Manu y tengo ansiedad generalizada”. Así solía presentarse Manuel García (31 años) cuando conocía a alguien. “Me di cuenta de que no siempre funcionaba porque hay personas que pueden utilizarlo en tu contra si tienes un momento bajo”, cuenta García a Verne en conversación telefónica. Para él, lo más complicado de convivir con este trastorno mental “es la incomprensión de los demás”. “Tú solo quieres que te entiendan y que respeten tus limitaciones, como no poder ir a una discoteca abarrotada de gente, por ejemplo. Pero no todo el mundo es capaz de hacerlo. Yo he llegado a perder amistades, e incluso parejas, por ello”.

García lleva conviviendo con su ansiedad desde los 12 años. “Empecé a notarme demasiado nervioso y fui al psiquiatra”. El profesional le diagnosticó un cuadro de ansiedad generalizada, un trastorno mental que deriva del exceso de preocupación y es uno de los diferentes tipos que existen. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENSE) de 2017, una de cada diez personas mayores de 15 años (10,8%) ha sido diagnosticada de algún problema de salud mental. La ansiedad crónica afecta al 6,7% de la población. Si nos fijamos en los datos por sexo, esta afecta a un 9,2% de las mujeres y a un 4% de los hombres. Esto, sin contar la cantidad de casos sin diagnosticar ni los casos de ansiedad puntuales.

“No se lo conté a mis padres hasta que supe qué me pasaba. Al principio, no reaccionaron muy bien, se vinieron un poco abajo, aunque intentaron ayudarme”, cuenta García, que aún hoy sigue tomando medicación y asistiendo a terapia para tratar su ansiedad. “Mi relación con ellos cambió inevitablemente”.

Contarlo sí pero, ¿a quién?

Juan Carlos Baeza, psicólogo de la Clínica de la Ansiedad –con sede en Madrid y Barcelona– cuenta por teléfono a Verne que “cada vez se escribe más sobre la ansiedad, no solo en publicaciones especializadas, sino en los medios generalistas, lo que contribuye al apoyo social”. “Por otro lado, hay más gente que habla abiertamente sobre esta patología mental, entre ellos, muchas personas públicas”. Eso ayuda a que el estigma social de este trastorno esté disminuyendo. ElRubius, el youtuber con más seguidores de España, contó en mayo de 2018 que dejaba temporalmente YouTube por este motivo.

«Cada vez me cuesta más respirar, me dan como bajones», explicó ElRubius en el vídeo en el que anunció su parón temporal en YouTube. «He terminado algunos directos súper pronto porque notaba que me desmayaba. Y era por esto, por la ansiedad y los nervios de intentar ser la mejor versión de mí el 100% de las veces que estoy en cámara». También contaba que había acudido al médico para tratar de solucionarlo. Otras personas públicas que han hablado públicamente de su ansiedad son la youtuber Paula Cariatydes, cantantes como Rayden o Alfred o el futbolista Andrés Iniesta.

Según el Barómetro juvenil de vida y salud, realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción y la Fundación Mutua Madrileña, solo la mitad de los jóvenes que sienten síntomas de trastornos mentales acuden a un especialista. El mismo informe apunta que tres de cada 10 españoles de entre 15 y 29 años, más de dos millones de personas, aseguran haber sufrido algún síntoma de trastorno mental en el último año. En cuanto al diagnóstico que reciben una vez que acuden a algún médico, la depresión es el trastorno más habitual, seguido de otros como la ansiedad, pánico o fobias (11,2%) o de sueño (7,2%).

En caso de sufrir ansiedad, Juan Carlos Baeza recomienda contarlo a las “personas de más confianza” y solicitar ayuda profesional. “Ocultarlo nos puede producir más presión y, por lo tanto, generarnos más ansiedad”, aclara. “Hacer depositarios a otros de nuestros problemas puede generar alivio e incluso puede animar a otros que también están padeciendo ansiedad a contarlo”. Sin embargo, concluye que “los trastornos de ansiedad son muy diferentes y cada persona los padece a su manera. Contarlo ayuda a normalizar, pero no caigamos en la generalización”.

David González (36 años) se dio cuenta de que padecía ansiedad hace tres años, en la consulta del médico. “Empecé a hiperventilar y noté cómo las manos se me agarrotaban», cuenta a Verne. «Supe entonces que algo más grave me estaba pasando, probablemente fruto de otros problemas que se estaban dando en mi vida”. Según explica el joven, que también es psicólogo, “la ansiedad es el grito de tu cuerpo cuando ya no puede más, un proceso lento y silencioso que, si no le prestas la atención necesaria, termina convirtiéndose en algo crónico”. Cree que lo más difícil es hablar de la causa: “A todo el mundo le da reparo tocar ciertos temas porque un tema lleva a otro y hablar de tu ansiedad quizás propicie que tengas que hablar del motivo”.

La psicóloga experta en ansiedad María José González añade que “contarlo es también una forma de afrontar lo que nos está pasando, pero cada caso es diferente y depende de cómo sean esas relaciones con nuestros círculos más cercanos y en nuestro entorno laboral”. “El ámbito profesional puede llegar a ser muy competitivo y puede que no encontremos la mejor respuesta a la hora de compartir nuestro proceso de ansiedad”, apunta la profesional que ejerce en una consulta propia en Madrid. “Yo siempre recomiendo analizar la situación para valorar si contarlo nos va a beneficiar o no. Por otro lado, es importante que la persona a la que se lo estemos contando no lo interprete como una excusa de rendimiento y que nos escuche”.

Contarlo públicamente como forma de terapia

“Nadie está vacunado contra la ansiedad, como tampoco nos podemos vacunar contra la ira o la tristeza; la ansiedad es una emoción más, y como tal debe ser tratada”, apunta Antonio Cano-Vindel, presidente de Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) y añade que el número de personas afectadas por ansiedad va a ir en aumento. “Vivimos en una sociedad muy estresante, cada vez queremos hacer más cosas y obtener los mismos o mejores resultados; en la mayoría de los casos no es posible y ese fracaso puede generar ansiedad”.

Por eso, Cano-Vindel recomienda que se prioricen los servicios de salud mental en la sanidad pública, “hasta ahora escasos”. “Y la mejor forma de hacerlo tiene que ver con esto de contarlo públicamente”, dice refiriéndose al ensayo clínico Psicología en Atención Primaria (PsicAP) –elaborado en varias comunidades autónomas y liderado por él mismo en colaboración con la Fundación Española para la Promoción y el Desarrollo de la Psicología Científica y Profesional (PsicoFundación)– que pretende demostrar los beneficios personales y económicos de la terapia grupal para tratar trastornos mentales como la ansiedad.

Tradicionalmente, la sanidad pública no ha contado con psicólogos en los centros de atención primaria. En la Comunidad de Madrid se incorporaron a los centros de salud en 2018, y muchas comunidades autónomas todavía no ofrecen este servicio. Dos de cada tres pacientes con trastornos de ansiedad o depresión son tratados por su médico de atención primaria, esencialmente con fármacos, con una baja tasa de remisión y frecuentes recaídas, según el Consejo General de la Psicología en España. 

“Si vas a tu médico de cabecera, en lugar de recetarte fármacos y ya está porque no tiene tiempo de escucharte, te puede derivar a una de estas terapias grupales, como ya se está haciendo en la Comunidad de Madrid, por ejemplo”, argumenta Cano-Vindel. “En lugar de tratar individualmente al paciente, el psicólogo puede proveer a varias personas con información y herramientas para aprender a gestionar su ansiedad, y estos a su vez pueden naturalizar su trastorno gracias a las conversaciones en grupo”, concluye.

Cómo actuar si alguien habla de su ansiedad

Hablar sobre un trastorno de ansiedad no siempre es fácil y la respuesta del entorno puede ser determinante para la persona que realiza la confesión. Desde la Clínica de la Ansiedad recomiendan:

  • Evitar la trivialización del problema y las descalificaciones para que la persona no se sienta prejuzgada, ridiculizada y rechazada.
  • Evitar la culpabilización para que no se sienta más angustiada e incapaz.
  • No dramatizar o angustiarse más que ella para no sobredimensionar su trastorno.
  • No sobreproteger, sino generar expectativas realistas de solución.
  • Informarse y sugerir apoyos externos, si la persona los requiere.

A través de las redes sociales de Verne pedimos a nuestros lectores que describieran con sus propias palabras qué sentían cuando sentían ansiedad. Recibimos decenas de respuestas. Esta es una selección de ellas, que Sara Caballería ha convertido en ilustraciones.

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