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Alicia Banderas. Pero cuidado, yo quiero transmitir la diferencia entre rebeldía y tiranía, esas conductas dictatoriales de los niños. Y nosotros estamos viendo unos casos un poco extremos donde el indicador sería, lógicamente, a veces un mal comportamiento, pero, sobre todo, sería guiado. Es decir, aquel niño o niña que tiene una insensibilidad hacia las emociones ajenas, no conecta con ese dolor, esa frialdad, no tiene empatía hacia los demás y, sobre todo, tiene escasos remordimientos de conciencia o sentimientos de culpabilidad. Cuando vemos eso, es ahí donde hay que trabajar muchísimo con esos niños. A veces, también, los pequeños tiranos… Bueno, sin ánimo de etiquetar, es para podernos entender. Estos niños que expanden su tiranía tienen un ansia por conseguirlo todo ya. Tienen muy baja tolerancia a la frustración. Incluso a veces los castigos o retiradas de privilegios no surten efecto. Entonces, a veces es muy difícil, y para nosotros también en consulta, para los psicólogos es un reto poder reconducir esos comportamientos. Pero yo me centraría, para ayudar a esos padres y madres que están viviendo esa situación, y que muchas veces en las consultas lloran y me dicen: “¿Qué he hecho yo para merecer esto? Si yo le he dado todo a mi hijo”. Y yo muchas veces le digo: “Ya te has contestado tú: le has dado todo. Les has puesto todo. No había límites, no había normas. Tú, a veces, te has comportado como una madre o padre abnegado y al final, lógicamente, hemos construido un ‘rey de la casa’”. ¿Cómo podríamos abordar esta tiranía? Yo creo que manejando dos comportamientos. Uno, la empatía. ¿Cómo podemos transmitir o generar la empatía en nuestros hijos? Pues desde muy pequeñitos yo a veces ya les digo, con tres o cuatro años, cuando han hecho un mal a alguien, cuando han roto algo, cuando ha pasado cualquier cosa o ha habido algún insulto o alguna agresión, son tres preguntas: ¿Cómo crees que se ha sentido el otro niño o niña? ¿Cómo te sentirías tú si te hiciesen eso? ¿Y qué puedes hacer para repararlo? Si tú has roto algo, a lo mejor tendrás que regalar algo tuyo. O si tú ya dispones, porque te han regalado tus abuelos, te han dado un poquito de dinero, pues no vas a comprar chucherías ni un juego para ti, vas a reparar un estuche que has roto. Es decir, no pueden salir las conductas gratuitas. A veces hay un sentimiento que se llama “la elevación”. Es aquello que sentimos… Yo no sé si tú estabas en Madrid cuando vivimos la tragedia del 11M.