18 may 2017 en Actualidad – Lectura: 3 min.
El pasado 2 de mayo se celebró el Día Mundial de Lucha contra el Acoso Escolar, un problema que sufre uno de cada diez alumnos. Por medio de hashtags como #EchaleHuevosalbullyng o #SeBuscanValientes, las redes sociales se llenaron de mensajes en contra del acoso escolar y se vieron acciones destinadas a combatir esta lacra social que ya es causa de suicidios entre los jóvenes.
Cuando ya hace casi seis meses desde que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte pusiera en marcha el teléfono contra el acoso escolar (900 018 018), muchos son los centros que siguen buscando nuevos proyectos de trabajo en común para evitar que entre sus aulas se produzcan casos de acoso escolar.
Uno de los últimos que conocemos tiene su epicentro en un instituto de Leganés, que ha montado una red de vigilancia para luchar contra el bullying. El centro IES Juan de la Cierva ha puesto en marcha un programa en el que los alumnos son los verdaderos protagonistas del mismo. Porque para combatir este problema no hay nada mejor que hacerlos a ellos partícipes directamente del él. Así, los alumnos de este instituto madrileño se convierten en mediadores para evitar situaciones que pudieran desencadenar casos de acoso o maltrato escolar.
Son 80 los estudiantes que dedican tiempo libre y horas de ocio y descanso a actuar de jueces o árbitros en los conflictos que se producen en el centro, 80 alumnos que son asistidos por 95 más, de menor edad, que trabajan con ellos en calidad de ayudantes o aprendices.
Hace seis años los recortes obligaron a este centro a sustituir el trabajo que prestaba una orientadora y una profesora técnica de servicios de la comunidad por este proyecto, dirigido en un primero momento por 2 profesores y que actualmente coordinan más de 10. La eficacia del método de vigilancia y arbitraje ha permitido reducir de manera importante los casos de acoso en el centro. Los hechos están claros: a día de hoy, suelen mediar en 50 conflictos durante todo el curso escolar, cifra importante, sí, pero que, si se compara con el millar de alumnos que tiene el centro, más los 900 de Formación Profesional, evidencian unos datos muy esperanzadores.
¿Por qué es un proyecto muy positivo?
Muchas son los elementos que hacen que este proyecto contra el acoso escolar dé tan buenos resultados. Uno de ellos es la confianza y el otro, el diálogo. Veamos por qué.
Cuando un alumno del centro siente que está siendo acosado se pone en contacto con alguno de los docentes que coordinan el proyecto. Estos, a su vez, informan a los alumnos mediadores, que se reúnen con los implicados. Primero, por separado, y posteriormente, juntos. El primer acercamiento hace posible que tanto agresor como acosado puedan hablar con confianza y contar el problema sabiendo que la confidencialidad está asegurada. Los mediadores escuchan, acercan al alumno a la realidad del problema, lo exponen y le invitan a que piense sobre él.
Una vez completada esta primera fase, tiene lugar una reunión conjunta de los dos implicados en el conflicto junto a los jueces que median en el mismo. Es aquí cuando se trata de acercar posturas, de grajear sentimientos de empatía y de poner de acuerdo a las partes sobre la causas del conflicto y el modo de solucionarlo. Al final de esta reunión, que también se ampara en la confianza y la confidencialidad, tras mucho dialogo, los actores implicados firman una especie de acta en la que queda constancia del acto de conciliación. Estas actas recogen el problema desde el inicio y permiten conocer su desarrollo y conclusión.
Esta mediación, y el posterior seguimiento de los alumnos para verificar que realmente el problema se ha solucionado, suele ser suficiente para que los estudiantes se den cuenta de la gravedad de la situación y no la repitan. Por ello, el diálogo es la base de la conciliación.
Los buenos datos de este proyecto han hecho que se convierta en un referente para otros centros, que también luchan para combatir los casos de acoso escolar.