ALEJANDRA GONZÁLEZ – 16 NOV 2018 – ABC

Los expertos advierten del riesgo de la pérdida progresiva de espacios y tiempos libres para el entretenimiento de los pequeños.

Creatividad, empatía, resolución de problemas, cooperación… Todas estas palabras están relacionadas con la socialización. Y ahí entra a escena el juego infantil y la importancia de resaltar este derecho en los niños. El entretenimiento favorece las destrezas que se consideran hoy necesarias para que, en un futuro, los pequeños contribuyan a cambiar la sociedad como «changemakers» (agentes del cambio).

Así lo corrobora el estudio «La contribución del juego infantil al desarrollo de habilidades para el cambio social activo», impulsado conjuntamente y desarrollado por el Grupo de Investigación Cultural Cívica y Políticas Educativas de la Universidad —presentado también por Unicef, Ikea y la Fundación Ashoka—.

Partiendo del juego individual y grupal como factor clave en la construcción de la identidad y de su relevancia para el desarrollo humano y el aprendizaje, el estudio explora los hábitos del juego infantil en España y su contribución al desarrollo de habilidades para el cambio social. Ha sido una investigación de dos años, donde han participado 1242 niños de entre 3 y 12 años.

Dieta lúdica equilibrada

«Disfrutar del tiempo sin producir nada es perder el tiempo», subraya Gonzalo Jover Olmeda, co-autor del estudio.

Los resultados de este estudio sugieren que el juego infantil es tan relevante como la propia alimentación. Los expertos, mediante la pirámide de juego infantil, quieren fomentar una «dieta lúdica equilibrada». Principalmente, a partir de una correcta distribución de tiempos, hábitos y tipos de juego para que todos los niños practiquen diferentes habilidades y la sepan poner «en acción» para entender y resolver los retos de su entorno.

«Con esta investigación tenemos dos objetivos: defender y divulgar los derechos de los niños al juego y crear conciencia sobre la importancia del mismo. El entretenimiento los empodera», afirma Arturo García, director de sostenibilidad de Ikea España.

— Primer escalón. En esta pirámide vemos distribuida en su base como fundamento la empatía (podemos desarrollar la empatía por medio de juegos de máscaras, mímica, juegos inclusivos con niños con capacidades diferentes, etc).

— Segundo escalón. Agrupamos habilidades como creatividad (a desarrollar por medio de juegos de pintura, escritura, lectura, juego libre, manualidades, reutilización de materiales, música o baile), cooperación (lo fomentamos por medio de juegos de huerto en el jardín, cocina en familia, deportes en equipo, guiar a tu pareja que tiene ojos vendados, etc), resolución de conflictos (que se puede trabajar con juegos de teatro, juegos de negociación, juegos de mesa, deportes en equipo, etc) y pensamiento lateral (a desarrollar por medio de juegos de rompecabezas, construcción, puzzles, juegos de habilidad, juegos de lógica, etc).

— Tercer escalón. El siguiente es «changemaking», empatía en acción que facilita al niño el poner en práctica estas habilidades creando cambios con transformación positiva en su entorno. Experiencias por medio de las que aprende y toma conciencia de su poder para transformar o sensibilizar a sus compañeros, su colegio, familias, barrio, etc.

Necesidades del juego infantil en España

Los resultados del estudio se basan en la percepción subjetiva que tienen los menores encuestados. No se ha contrastado dicha información con padres o profesores, «porque queríamos mostrar cómo realmente lo ven y viven ellos, era el objetivo», asegura Jover Olmeda.

«Hemos sabido que el hogar es el espacio de juego más habitual para el 44,7% de los encuestados», continúa García. En lo que a espacio de juego se refiere, el estudio muestra que solo el 18,3% menciona como «zona de juego habitual» los espacios exteriores como calles y parques y que tras el hogar, los espacios más habituales de juego son los centros educativos (35%).

Otra de las conclusiones es que más del 80% de los niños españoles están satisfechos con la cantidad de tiempo de juego aunque todos afirman querer más. «Hemos visto que a medida que aumenta la edad de los pequeños, disminuye el tiempo que le dedican al juego».

No juegan a diario, sino cuando las actividades programadas durante la semana se lo permiten; se percibe un abuso de las extraescolares. Se detecta una pérdida progresiva de espacios y tiempos libres para el juego en la vida de los niños de las sociedades modernas.

Apenas el 10,3% menciona a sus padres como compañeros habituales de juego. La mayoría de los participantes expresa que les gustaría jugar más con ellos, destacando como principal causa la falta de tiempo por motivos laborales.

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